Through strange seas of thought. La crítica como lugar de lo imposible.
- David Lane
- 20 dic 2021
- 5 Min. de lectura
Crítica es una palabra problemática. Solo en la modernidad esta palabra parece haber logrado un prestigio, y solo bajo condiciones de crisis. Los críticos de la modernidad fueron, en efecto, también los testigos de la crisis; solo en un mundo en el que todo se ha vuelto sospechoso la palabra crítica aparece como una virtud aristotélica o como un hábito cultivable por sí mismo, y ello hasta un punto en el que la misma palabra deja de tener un contenido concreto y aparece como la forma o el esquema básico que todo pensamiento debe tener para ser juzgado como tal.
Muy diferente fue el estatuto de la crítica allí donde el conocimiento consistía esencialmente en la transmisión fidedigna de los documentos sagrados de la tradición o en el respeto a las leyes y los dioses. Sócrates es en este sentido el primer delincuente intelectual que aparece en la historia europea como representante de una forma distinta de pensar que luego se llamaría filosofía. La esencia del pensamiento de Sócrates es la crítica: la crítica aparece siempre como movimiento negativo, y no puede ser de otro modo. Sócrates declara no saber nada, aserto que no obstaculiza su ejercicio negativo, y al contrario: su dialéctica no conduce a puerto alguno, no se acumula en una suerte de conocimiento sustantivo o positivo. Así pues, la crítica de Sócrates se revela, por una parte, como demolición pura que no espera una salvación posterior y, por otra parte, como ejercicio de vacío, como vaciamiento o como posición en el vacío: en lugar de apoyarse en dioses o tradiciones, como las que constituían su cultura griega, o en lugar de guarnecerse bajo conceptos transformados en ideas- como luego haría su discípulo Platón, la ‘dialéctica’ socrática flota en el vacío: solo sé que no sé nada; en el ejercicio sin concesiones que representa la práctica socrática se revela la crítica como ejercicio intelectual problemático.
En tanto problema, pues, la crítica está siempre en medio de un camino; en tanto en medio de un camino, se halla rodeada de tentaciones: los extremos mismos del camino. Si la crítica es un núcleo esencial del pensamiento, entonces el pensamiento está expuesto también a esas tentaciones; así es como Hegel puede declarar las aporías del escepticismo y considerar que, aunque éste constituya una fase necesaria de la evolución del pensamiento, ha de ser superado y conservado en una forma superior. La tentación aquí referida se resuelve de diferentes maneras, tantas como demuestra la propia evolución de la historia de la filosofía; ya sea en la reducción de ésta al análisis del lenguaje -Wittgenstein- a la ciencia empírica- positivismo- o en un retorno religioso, lo que no está siempre excluido de los devenires propios del pensamiento. En todos estos casos la llama viva del pensamiento, lo que Jean Luc Nancy, hablando de Hegel, nombra ‘la inquietud de lo negativo’ tiende a su desvanecimiento: en la filosofía de la ciencia, los problemas de la filosofía quedan acotados y el trabajo adquiere una determinación concreta propia; en la doctrina marxista, el pensamiento aparece en el capítulo secundario relacionado con la producción de ideología, etcétera. Ya sea en el lecho sólido de la ciencia, en el refugio materno de la religión o en el análisis materialista, la ‘inquietud de lo negativo’ se disuelve o se modera; el vapor de la crítica se encierra en la olla de los hechos positivos, de las relaciones económicas reales o en la forma de vida social de los hombres, por nombrar tres elementos que comparten el positivismo, Marx y Wittgenstein.
El estatuto ontológico de la crítica es problemático; la crítica no solo expone problemas, ella misma representa un problema. Sería injusto decir que la crítica es la esencia del pensamiento- aunque sí es la esencia del pensamiento socrático-, pues también- a pesar de Heidegger- las ciencias positivas piensan, aunque de otro modo. Es el carácter especial de la crítica el que resulta crítico a su vez. Es su posición dislocada la que lo convierte en problemática. Lo que por ejemplo reprocha Kostas Axelos a Marx es su evaluación de las relaciones sociales existentes a la luz del concepto de alienación, pues según Axelos, Marx está evaluando lo real- aquellas relaciones- en referencia a un estado social no alienado- que aún no existe-. Pero es precisamente la posición problemática de la crítica y el uso de la crítica la que permite a Marx- periodista crítico- emanciparse de la situación real y concreta para poder juzgarla de forma crítica: desde dónde, es la pregunta de Axelos, y la respuesta no puede ser otra que: desde la problemática de la posición crítica o desde la crítica como posición problemática.
La crítica es problemática porque ella no habla desde la tradición, ni desde los saberes asumidos, ni desde posiciones acaso más fuertes que la que critica. La crítica es problemática porque, llevada hasta sus últimas consecuencias, ‘no sabe nada’, como Sócrates; ¿quién le daba entonces a Sócrates su autoridad para hablar? ¿Por qué Sócrates estaba autorizado para preguntar? No lo estaba, diría la tradición, y también, a su modo, Platón, quien al sistematizar la duda socrática la convierte en momento hegeliano, en parte de la dialéctica platónica como metodología científica del conocimiento. No, hay que reconocer que la crítica no habla desde posiciones privilegiadas, pues habla contra las posiciones privilegiadas; en ese sentido, el Marx crítico es frente a los sistematizadores del Diamat como Sócrates frente a los platónicos de la Academia: un hombre que habla en y desde el vacío.
Hay que preguntarse qué clase de vacío es entonces ese que se permite levantarse sobre los hechos positivos. Pero la cuestión no es si es posible entonces esa crítica como posición problemática, sino cómo ha sido posible: en efecto, nuestra civilización no ha sido posible ni pensable sin ella. Sin esquemas críticos, sin rupturas del paradigma, aún hoy aceptaríamos las tesis cosmológicas de Ptolomeo y seguiríamos usando la lógica aristotélica. Las tres críticas de Kant son la llave de entrada al mundo copernicano que se abalanzaría después sobre nuestro cosmos para convertirlo en herramienta nuestra; también él hablaría en el vacío; sus postulados morales son un techo demasiado fino para cubrir a ese inmenso pensador negativo que fue el filósofo de Königsberg. La ciencia es hija también de la crítica y también Galileo y Kepler deambularon en el vacío. Hay que aceptar ese vacío como parte de la naturalidad del propio pensamiento; Voyaging through strange seas of thought alone, dice un poema sobre Newton. Quien ejerce la crítica ejerce el problema. Quien ejerce la crítica, ‘viaja solo a través de mares extraños de pensamiento’, pues crítica significa también saltar a lo desconocido, perder tal vez el miedo a lo desconocido.
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